La Plaza de Mayo volverá a ser mañana el escenario sobre el que se posen todas las miradas políticas. Una vez más, desde que comenzó la era de los Kirchner, el oficialismo movilizará el aparato que conforman intendentes, piqueteros y sindicalistas con una intención clara y excluyente: que la movilización sea lo más masiva posible. No obstante, la marcha de mañana será muy distinta a las que la antecedieron en sus motivaciones políticas más profundas. Por primera vez, el kirchnerismo usará la plaza para hacer una demostración de fuerza, para marcar el terreno en el profundo conflicto que enfrenta al Gobierno con el campo desde hace casi 20 días. Trasfondo conflictivo. De hecho, la movilización fue pensada como una defensa de Cristina Kirchner y de su política hacia el campo, origen de la crisis que derivó en el paro más largo que el sector haya llevado adelante en toda su historia y en el conflicto más severo desde que la Presidenta asumió el poder hace poco más de tres meses. Las otras cuatro convocatorias del kirchnerismo en la Plaza también fueron demostraciones de fuerza o de apoyo, pero sin enemigos a la vista.
Pensemos en otro slogan de propaganda
plaza llena de gente a favor del gobierno
alquiler de sonido y armado de escenarios etc etc etc 700000$
traslado de la gente (los piqueteros y la gente de las bases solos no van) 50000$
refrigerios (choripan y vino) 200000$
dadivas para terminar de convencerlos para que vayan (planes, dinero en efectivo, etc) 1000000$
Perder el viaje a Inglaterra y la entrevista en Francia con Sarkozy (por CULPA de los chacareros ) NO TIENE PRECIO
Life is a Cabaret de la pelicula homónima
Liza Minelli
Una opinion extraida de Critica Digital (no tiene desperdicio)
Para ser reina no basta con tener coronita
En una de las escenas finales de The Queen, Stephen Frears construye un magnífico diálogo entre Elizabeth II y su primer ministro Tony Blair.
La reina-Mirren le confiesa que nunca se sintió tan odiada por su pueblo como ante la muerte de Diana Spencer. Blair responde que él nunca la condenó: “Porque usted leyó los titulares de los diarios –le dice la soberana– y pensó: “Esto me puede pasar amí”. Y agrega, impasible, impenetrable, derrotada:“Y le ocurrirá. De repente y sin aviso”. La Presidentatiene el infortunio de no dejarse advertir por los titulares de los diarios. De todos modos hay una disculpa: no es una reina.
Esta semana habrá una nueva avanzada del kirchnerismo sobre Plaza de Mayo. Exactamente
siete dias atrás, sobre las diez de la noche, un grupo de adherentes a Patria Libre (Humberto
Tumini), el Movimiento Evita (Emilio Pérsico) y la Federación de Tierra y Vivienda (Luis D’Elía)
instaló una cabeza de puente en Perú y Avenida de Mayo. Contramanifestaban. A los pocos minutos, la policía con sus cuatriciclos abandonó el lugar. Luego lo hizo el único patrullero estacionado en las inmediaciones. Estaba vedado el ingreso de vehículos, pero una camioneta entró a toda velocidad saludada por los gritos de los piqueteros oficialistas. Les llevaba una provisión de banderas y pancartas. El Poder Ejecutivo los había llamado a salir (es difícil pensar en la autonomía de estos funcionarios piqueteros, pese a que D’Elía se comparó con un “general tropero”) y el Ministerio del Interior les había liberado la zona. No podían ignorarlo: la maniobra se realizó antes sus ojos, habituados desde muy antiguo a no descuidarlos movimientos de la policía. Lo que habían denunciado como modus operandi de la noche más negra de la historia reciente, ahora se ponía a su servicio. Un escalofrío recorrió el pellejo de los que estaban a un lado, observando. Se preparabanal enfrentamiento con los simpatizantes de los ruralistas e importaba muy poco si en las corridas, en la espantadas, la gente y el miedo hacían rodar los cochecitos con bebés –que eran muchos– o pisotear a los pequeños que entraban a la plaza de la mano de sus padres, votantes del centroderecha, quizá, pero desprevenidos, pacíficos, desarmados. “La Plaza es nuestra/la puta que los parió” entonaron, una consigna camorrista, de espíritu tribunero, de disputa territorial, un concepto mamado de las barras bravas y los barones del conurbano; otro pareado aseguró “soy argentino/ soy soldado del pingüino”. Sorprendió que de esa algarada bravucona, montada a la sombra de las comisarías, participaran los militantes de Tumini, un hombre que alguna vez militó en un partido de izquierda. Tanto nadar para morir en la orilla ¿no es verdad? Ni al día siguiente, ni al otro, ni al otro, los hechos fueron comentados ni condenados por la presidencia. Al contrario, dos de los protagonistas aparecieron pocas horas después en el entorno de la jefa de Estado. Ese silencio y el premio se inscriben en una tradición. No es un invento kirchnerista. Así fue en los 70. Verdad que entonces los cuerpos francos actuaron sobre insurgentes, clasistas y contestarios y aquí, en la calle, estaba la mediana burguesía en su expresión pura y dura, pero el empleo de squadristi es un recurso abominable no importa contra quien se utilice. Resulta preocupante una política que parece no tener fines sino medios y cuya única estrategia ante el conflicto es la de la tensión. Cristina Fernández y su esposo creen que están ganando la pulseada y que una pulseada es la mitad de la guerra. No
está muy claro que sea así, aunque, en todo caso, si las encuestas los condenan las ocultarán. Al fin de cuentas no será la primera vez que a una realidad adversa la sustituyen con su representación.
Susana Viau para Critica Digital.
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