de todo un poco como en botica

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sábado, 24 de noviembre de 2007

sobre escritores...

Trato de leer cuando me hago tiempo, pero siempre releo a Borges e inevitablemente me lleva a Shakespeare...
Borges dijo:
"Quizá porque ya no veo la felicidad como algo inalcanzable; ahora sé que la felicidad puede ocurrir en cualquier momento y que no se debe perseguir."
Borges escribió:
Everything & Nothing de Jorge Luis Borges
NADIE HUBO EN ÉL; DETRÁS DE SU rostro (que aun a través de las malas pinturas de la época no se parece a ningún otro) y de sus palabras, que eran copiosas, fantásticas y agitadas, no había más que un poco de frío, un sueño no soñado por alguien.
Al principio creyó que todas las personas eran como él pero la extrañeza de un compañero con el que había empezado a comentar esa vacuidad, le relevó su error y le dejó sentir, para siempre, que un individuo no debe diferir de la especie. Alguna vez pensó que en los libros hallaría remedio para su mal y así aprendió el poco latín y menos griego de que hablaría un contemporáneo; después consideró que en el ejercicio de un rito elemental de la humanidad, bien podía estar lo que buscaba y se dejó iniciar por Anne Hathaway, durante una larga siesta de junio. A los veintitantos años se fue a Londres. Instintivamente, ya se había adiestrado en el hábito de simular que era alguien, para que no se descubriera su condición de nadie; en Londres encontró la profesión a la que estaba predestinado, la del actor, que en un escenario, juega a ser otro, ante el concurso de personas que juegan a tomarlo por aquel otro.
Las tareas histriónicas le enseñaron una felicidad singular, acaso la primera que conoció; pero aclamado el último verso y retirado de la escena el último muerto, el odiado sabor de la irrealidad recaía sobre él. Dejaba de ser Ferrex o Tamerlán y volvía a ser nadie. Acosado, dio en imaginar otros héroes y otras fábulas trágicas. Así, mientras el cuerpo cumplía su destino de cuerpo, en lupanares y tabernas de Londres, el alma que lo habitaba era César, que desoye la admonición del augur, y Julieta, que aborrece a la alondra, y Macbeth, que conversa en el páramo con las brujas que también son las parcas. Nadie fue tantos hombres como aquel hombre, que a semejanza del egipcio Proteo pudo agotar todas las apariencias del ser. A veces, dejó en algún recodo de la obra una confesión, seguro de que no la descifrarían; Ricardo afirma que en sola persona, hace el papel de muchos y Yago dice con curiosas palabras no soy lo que soy. La identidad fundamental de existir, soñar y representar le inspiró pasajes famosos.
Veinte años persistió en esa alucinación dirigida, pero una mañana lo sobrecogieron el hastío y el horror de ser tantos reyes que mueren por la espada y tantos desdichados amantes que convergen, divergen y melodiosamente agonizan. Aquel mismo día resolvió la venta de su teatro. Antes de una semana había regresado a su pueblo natal, donde recuperó los árboles y el río de la niñez y no los vinculó a aquellos otros que había celebrado su musa, ilustres de alusión mitológica y de voces latinas. Tenía que ser alguien; fue un empresario retirado que ha hecho fortuna y a quien le interesan los préstamos, los litigios y la pequeña usura. En ese carácter dictó el árido testamento que conocemos, del que deliberadamente excluyó todo rasgo patético o literario. Solían visitar su retiro amigos de Londres, y él retomaba para ellos el papel de poeta.
La historia agrega que, antes o después de morir, se supo frente a Dios y le dijo: Yo, que tantos hombres he sido en vano, quiero ser uno y yo. La voz de Dios le contestó desde un torbellino: Yo tampoco soy; yo soñé el mundo como tú soñaste tu obra, mi Shakespeare, y entre las formas de mi sueño estas tú, que como yo eres muchos y nadie.
FIN
Tomado de las Obras Completas de Jorge Luis Borges (1923-1972), EMECÉ Editores, Buenos Aires, Argentina. 1974. «El Hacedor», Everything and Nothing. pp. 803-804




este soneto de shakespeare... por favor leanlo
Soneto 109
No me digas que hablo con falsía ni ausente yo,
mi llama se aminora;
pues más fácil de mí se ausentaría que de mi alma,
que en tu pecho mora.
Mi hogar de amor es él,
del que me aparto cual viajero,
mas vuelvo apresurado al tiempo justo y de placeres harto,
con las aguas que limpian mi pecado.
No creas,
aunque lleno de flaqueza,
de toda aquella que la sangre acosa,
no es tanta ni obstinada mi torpeza para cambiarte a ti por leve cosa.
Porque a ti sólo busco,
de tal modo,
que,
teniéndote a ti,
lo tengo todo.
WilliamShakespeare
extraido de
http://www.artiquicia.com/azul/WilliamShakespeare.html






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Adios Nonino

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